El capitalismo es
un sistema que regula a los individuos de una sociedad y que se produce como consecuencia de la libertad económica que presupone la presencia de la propiedad privada y el capital como elementos fundamentales de dicho sistema.
En
el capitalismo, los individuos y
las empresas llevan
a cabo la producción y el intercambio de bienes o de servicios de
forma libre
dentro
de la división del trabajo,
con el propósito de la obtención de un beneficio
monetario. La distribución,
la producción y
los precios de
los bienes y servicios son
determinados por el libre mercado,
la oferta y
la demanda entre
productores y consumidores. Éste es el sistema que maneja la sociedad
en la que vivimos actualmente. Pero mucha gente apuesta por
alternativas, como por ejemplo el comunismo.
El comunismo, desde la perspectiva socio-política, está constituido por un conjunto de corrientes y grupos cuyas bases se encuentran en la doctrina marxista. Esta doctrina dice que el paso previo necesario antes de crear una sociedad comunista es una revolución, dado que no se puede cambiar la estructura de una sociedad completamente sin una acción tan radical. En segundo lugar, el marxismo dice que es necesaria la implantación de una dictadura para elminar las clases sociales de la sociedad. Esto es el problema.
Mucha gente se horroriza si alguien le dice que está a favor del comunismo, pues relaciona la palabra “comunismo” con una dictadura. Esta relación es acertada, pero sólo en parte. Como he mencionado anteriormente, para que una sociedad comunista exista son necesarios los pasos previos: revolución y dictadura. El caso es que hasta hoy la teoría marxista se ha quedado en el paso dos en la práctica. Por eso, el comunismo conocido hoy en día es una dictadura que por unas razones o por otras, no consigue los resultados buscados porque no ha llegado a completar su ciclo. Pero en realidad la esencia del comunismo es lo que vendría después: una sociedad sin clases sociales donde los medios de producción serían de propiedad común. Es decir, la propiedad privada no existiría. Así todos seríamos iguales. Nadie sería más importante por su situación económica.
Debido a la naturaleza ambiciosa del hombre, las personas acabarían luchando por la cultura, el conocimiento y por el valor de la moral individual, haciendo posible así la valoración del ser humano en base a su valor como persona, en lugar de por su situación económica. Esto probablemente llevaría a una sociedad que avanzaría a pasos mucho mayores. Pero hay otras personas que dicen que es un sistema ficticio y utópico que nunca se podría llevar a cabo, porque la avaricia del ser humano llevaría al acaparamiento material y económico otra vez.
¿Tú qué opinas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario